“Se han comido todas las perdices del cuento, se han comido al monstruo”.
El 29 de diciembre de 2018 Crim presenta su nuevo disco “Pare nostre que esteu al infern” y cuando encienden las luces, el cuarteto Tarraconense deja entrever su emoción con algún temblor de piernas y sonrisas nerviosas. Y no es para menos, a favor de todo pronóstico un sold out en Razzmatazz 2 de Barcelona que no les podía dejar indiferentes.
Se oye un zumbido antes de empezar que podríamos identificar como el sonido enérgico y contundente de esta banda que va dejando huella a base de pasos de gigante. Miro atrás y aún los veo en aquel concierto gratuito en un local de nuestra ciudad, cuando pocos éramos los asistentes en la presentación de una maqueta que prometía dar que hablar. Quizás no hayan pasado tantos años, pero sí han pasado muchos escenarios y muchas horas de ensayo, de las que ahora están recogiendo su recompensa.
Así que disculpen esta crónica si no les gustan las verdades como puños, la suerte no existe, aunque no puedo negar que en este caso es fácil barrer hacia casa.
El panorama del punk rock cantado en catalán está creciendo y ellos se han encargado de poner toda su artillería encima de la mesa para hacernos palpitar. Una puesta en escena estática y metódica que les representa, llenaba el escenario cuando comenzaron con “Potser no hi ha final”, una cerilla que encendió a los asistentes que corearon desde el minuto cero. Empezaron fuertes e “Himnes contra el temps”, hizo que los puños apretados se alzaran al son de su letra.
Melodías aplastantes y precisas que se quedan grabadas en la mente y en el pecho a fuego lento junto a sus letras llenas de rabia y oscuridad que esa noche iluminaron mil cabezas impregnando su mensaje de crítica social. Nos han conquistado segregando prepotencia y arrogancia en cada canción. Un disco completamente visceral e irrebatible que acompaña al éxito de “Blau Sang, Vermell Cel”.
“Caiguda lliure”, “Hivern etern “y “De debó” hicieron temblar el suelo en un inmenso pogo regado de cerveza y sudor donde cientos de manos acompañaban los golpes de batería. Tengo que reconocer que, pese a despertarme con contusiones varias y casi perder el dedo meñique del pie, son momentos inevitables que su música nos hace sentir.
Una breve y emocionada parada para agradecer la asistencia y el calor de su público. Un mensaje claro sobre el punk rock, donde apoyaron a los grupos que luchan día a día por cumplir sus sueños igual que lo han hecho ellos, animando al resurgir del subsuelo y destapando la punta del Iceberg donde nombraron a Berri Txarrak.
Presentaron el nuevo disco, pero no podían dejar de tocar canciones que han marcado su etapa de expansión y crecimiento del disco BSVC como “Benvingut enemic”, “Una cançó i una promesa” “Maneres de viure”, “Vaixells de paper” y un final con “Castells de sorra”. Fue con “Vaixells de paper” donde la marea recogió un espectacular salto al vacío desde el escenario que no protagonizaron ninguno de los componentes de la banda.
Un ejemplo de tenacidad y constancia, fruto de la dedicación por música, una autentica demostración de que no necesitan teloneros. Un trabajo bien hecho y un merecidísimo y brutal llenazo que nos hizo sentir que son capaces de comerse al monstruo antes de que el monstruo se los coma a ellos.
Pili Andreu.