Que así sea, que vuelva la burra al trigo. O no. A lo Carles Puyol, ¿una retirada a tiempo de no arrastrarse por los campos de fútbol? Rosendo Mercado Ruiz, nacido un 23 de Febrero de 1954 en Madrid (y no he tirado de wikipedia).
En mis tiempos mozos Rosendo no me gustaba, yo fui a verle a Vinarós por acompañar a mi mejor colega de la infancia. Marcos Rodríguez Vargas, nacido un 20 de Mayo de 1979 en Tarragona. Tocaban también los Badana, un híbrido dpm entre Leño y Barón Rojo, aunque yo por aquel entonces, a mis 16, tampoco distinguía eso.
Yo prefería la crudeza e inmediatez, las formas y la claridad, de gente como La Polla Records o Eskorbuto. Mi amigo me pasó grabado en cinta el directo del 89 y apenas me hacían gracia “Pan de higo” y “Qué desilusión”. Me llamaba la atención que prácticamente la cantara el público.
El mismo “Qué desilusión” que innundó de lágrimas el Sant Jordi Club el pasado sábado. El mismito tema que cerraba el último disco de la banda que te hizo amar el rock and roll. Ese trío en el que los 3 eran aún más buena gente que músicos.
De ese concierto en Vinarós me cautivó la admiración, el cariño, la devoción y, claro está, el que casi todo el mundo se conociera las letras de ese señor de “pe a pa” ¿Qué me había estado perdiendo los últimos 16 años? Cuando uno es púber todo lo que tenga tiempo y arrugas le resulta “un rollo”. Superando esa barrera algunos empezamos a madurar.
En formato trío se “re-estrenó” Rosendo en 1998 para la B.S.O. de “Dame Algo”, el primer trabajo suyo que compré, a su salida, como admirador. Con el “Qué desilusión”, autoversión, abriéndolo. Al perenne “Rafalbajo” se unía por vez primera la sobriedad de Mariano Montero como base rítmica del más grande, no porque lo diga yo, no porque lo diga cualquiera: Él nunca lo ha dicho de sí mismo. Ni al espejo. ROSENDO lleva más de 4 décadas, y 25 discos, yendo “de aspirante a debutante”.
Madurando y evolucionando como persona, viendo como una u otra canción cobra uno u otro significado, convirtiéndose en tu favorita según el momento o estado vital. Un carrerón sustentado no en grandes éxitos sino en humildes tonadas. Rosendo ha tenido la sabiduría, a lo largo de los años, de ir introduciendo canciones del disco en curso en sus directos obligando, por así decirlo, a estudiar a sus seguidores. Con una lírica en la que él mismo reconoce haber tirado de diccionario, unas letras en las que se vuelca una persona muy sencilla y complicada a la vez, en las que quizás no reside el mejor letrista del rock en castellano; sí el dueño de la retórica más particular y reconocible.
Rosendo late en nuestro pecho, no es solo un músico, es una filosofía de vida, nuestro orgullo de ser rockeros. Parafraseándole, pasa a ser una presencia virtual y se va sin hacer mucho ruido, sin hacerse notar, como si no hubiera venido.
Elucubrando sobre lo sucedido el pasado sábado en el Sant Jordi Club, sobre un set-list, citado en un buen montón de crónicas, que lleva imperturbable una gira entera, la de despedida del padre del rock urbano estatal. Disfrutando de parte del concierto de Rodrigo, con “A remar” y “El alma se colma” incluidas, dos de las canciones que le prestó al maestro (“no le voy a llamar padre”). Tras una intro atípica, la instrumental “Suspensivos” del “Listos para la reconversión” el tema arranca con “Aguanta el tipo”.
Y servidor lo hizo casi hasta el final, cuando tras “Masculino singular” (OJO, su canción más coreada fue creada en 2003) Rosendo Mercado comienza a despedirse: “…en algún momento esto se tenía que acabar, la vida sigue…”.
Nunca antes me sentí, de forma simultanea, tan eufórico y abatido.
Porque el concierto fue un puto éxtasis… y una gran putada. El ruidaco que meten esos 3 deja en plano secundario las 5 pantallas (sí, efectos visuales en un concierto de Rosendo) con primeros planos de los músicos, solos carabancheleros incluidos, imágenes acompasadas con la música en modo videoclip e, incluso, un repaso a su discografía de “Leño” a “De escalde y trinchera”, de 1979 a 2017, durante la interpretación de “Agradecido”.
Y no vale decir que faltaron temas: un set-list del “jefe”, Rafa y Mariano siempre es atípico. Con constantes saltos en el tiempo, como esta crónica.
Pasando de cenar rnr con “Por poner entre mis cosas la nariz”, a temas más de los dos miles, “Cada día” y “Muela la muela”. Para después transportarnos a la sala Jácara con “Cosita” y ponernos el corazón en la boca con un prematuro “El ganador”. Inesperada pero lógica, dada su difusión a través de Rock FM, “No dudaría” de Antonio Flores. Y una tónica en sus bolos, unas cuantas seguidas del “nuevo” para mostrar que sigue vivo y no caer en el revival y la autocomplaciencia: “Soy” y “Cúrame de espantos”.
Dando un completo repaso a su obra, sonando canciones de casi todos sus discos: “No son gigantes”, “Mala vida”… no me quiero creer que en la vida volveré esa ansiedad esperando a que Rosendo toque en vivo los solos del “Y dale”. O esa suerte de “flojos” de 2010: “Amaina tempestad”. Intercalado con el “Soy” de su último disco (seguirá grabando), hasta la fecha. Porque la grandeza de Rosendo también reside en no encontrar un solo bache en sus 20 obras de estudio.
Siguió un “Vergüenza torera” que, estrenado en su día en Buenafuente, nos mostró a un Rosendo algo más fondón, más “yayete”. Porque el jefe lleva ya bastante despidiéndose, desde aquel homenaje coral en las Ventas en 2014 hasta justo ayer. Que nadie se cabree por no haber vivido el último, el último ha sido el mismo en todos los parajes por donde ha pasado esta gira de despedida.
Y de ahí al final el acabose, con “El tren”, “Flojos de pantalón”, la ya citada “Masculino singular”, con demoliciones de edificios en pantalla el “Pan de higo”, “Agradecido”, “Loco por incordiar”, “Maneras de vivir” y el broche, en sus palabras una con mala leche , cerrando un capítulo de nuestras vidas, “Qué desilusión”.
“Nos veremos o no, la vida es larga, sobretodo para vosotros”. La vida y obra de aquel al que todo agasajo le queda grande, todo halago le quedaría chico. Nos contó su vida, no podemos pedirle más.
Marcos Rodríguez “Pae”.
*Gracias infinitas a Ana Belén Tabuenca por las fotos.
Si alguien se ha ganado descansar como puto dios, es el tito Rosen. Gracias por tantísimo.